Cada historia tiene dos versiones

23 de junio de 9548 A.C.
Acheron:
Mi madre, Reina Aara, estaba acostada en su dorada cama, su cuerpo cubierto de sudor, su rostro pálido mientras un asistente cepillaba su húmedo, pelo rubio de pálidos ojos azules. A pesar del dolor, yo nunca había visto a mi madre parecer más llena de alegría que ese día y esto me hizo preguntar si ella había estado tan feliz el día de mi nacimiento.
La habitación estaba llena con oficiales de la corte. Mi padre, el rey, sentado al costado de la cama con su corona. Las grandes ventanas estaban abiertas, dejando la brisa fresca del mar ofrecer alivio en el día más caluroso del verano.
-“Es otro hermoso niño,” la partera felizmente proclamó, envolviendo al recién nacido en una manta.
-“¡Por la dulce mano de Artemisa, Aara, me has hecho feliz!” mi padre dijo con un exultante grito que recorrió hasta la habitación de los ocupantes. “¡niños gemelos para gobernar nuestras islas gemelas!”
Teniendo solo 7 años de edad, yo saltaba de alegría. Después de todos los numerosos abortos involuntarios y de los bebes muertos al nacer, no tenía un hermano, sino dos.
Riendo, mi madre abrazaba al segundo bebe recién nacido sobre su pálido pecho mientras una partera limpiaba al primero.
Me escabullí entre la gente para mirar al primer bebe con la partera. Chiquito y hermoso, el luchaba por respirar a través de sus recién nacidos pulmones. Finalmente tomó una profunda y limpia respiración cuando escuche el llanto de alarma de la mujer que lo sostenía.
-“¡Zeus tenga piedad, el mayor esta malformado, Majestad!”
Mi madre levanto la vista, su frente arrugada de preocupación. “¿Cómo es eso?”
La partera se lo acerco.
Yo estaba asustada de que algo estuviera mal. El bebe se parecía a mí.
Esperé mientras el bebe alcanzaba al hermano con quien había compartido el útero por los últimos meses. Parecía como si buscara el consuelo de su gemelo.
En lugar, mi mamá empujó a su hermano, sacándolo de su vista y alcance, “No puede ser,” mi madre sollozó. “Es ciego.”
-“No ciego, Majestad,” dijo la vieja mujer sabia cuando dio un paso hacia adelante, atravesando la multitud. Sus batas blancas estaban ricamente bordadas con hilos dorados y usaba una corona de oro adornada por encima de su descolorido pelo gris. “Él fue enviado a vos por los dioses.”
Mi padre, el rey, entrecerró sus ojos con enojo a mi madre. “¿Fuiste infiel?” él la acusó.
-“No, nunca.”
-“¿Cómo es que él venga de tus entrañas? Todos acá son testigo de eso.”
La habitación entera miraba a la sabia-mujer quien miraba inexpresivamente al minúsculo, impotente bebe quien pedía por alguien que lo sostuviera y le ofreciera consuelo. Calor.”
Pero nadie lo hizo.
-“Él será un destructor, este niño,” dijo la sabia mujer, su anciana vos se escucho y sonó para que todos pudieran oír su proclamación. “su toque dará la muerte a muchos. Ni siquiera los dioses estarán a salvo de su furia.”
Yo jadeé, realmente no entendía el significado de sus palabras.
¿Cómo podría un simple bebe lastimar a alguien? El era pequeño. E incapaz.
-“Bueno mátenlo ahora.” Mi padre ordeno al guardia que ensamble su espada y mate al infante.
-“¡No!” la sabia mujer dijo, interrumpiendo al guardia antes de que pudiera llevar adelante la voluntad del rey. “Mata a este infante y tu otro hijo morirá tan bien. Sus fuerzas de vida están unidas. Es necesario por la voluntad de los dioses que vos eleves su hombría.”
El gemelo mayor sollozó.
Yo sollocé, también, sin entender el odio de todos a un simple bebe.
-“No criaré a un monstruo,” mi padre gruñó.
-“No tienes elección.” La sabia mujer tomó al bebe de los brazos de la partera y se lo ofreció a mi madre.
Frunciendo el ceño, vi una nota de satisfacción en los ojos de la partera antes de que la hermosa mujer rubia hiciera su camino a través de la multitud hasta desaparecer de la habitación.
-“El nació de tu cuerpo, Majestad,” dijo la sabia mujer, manejando mi atención de vuelta hacia ella y mi madre. “Es tu hijo.”
El bebe chilló más fuerte, pidiendo devuelta por mi madre. Su madre. Ella se encogió otra vez al verlo, agarrándose de su segundo hijo más fuerte que antes. “No lo voy a amamantar. No lo voy a tocar. Sácalo de mi vista.”
La mujer le llevó el niño a mi padre. “y ¿qué hay de usted, Majestad? ¿No lo va a reconocer?”
-“Nunca. Ese niño no es mío.”
La sabia- mujer tomo un respiro y presento al infante a la habitación. Su agarre no contenía amor o compasión.
-“Él será llamado Acheron por el Río de la aflicción. Como el río del Inframundo, su viaje será oscuro, largo y duradero. Él podrá dar vida o tomarlas. Caminará a través de su vida solo y abandonado- siempre buscando amabilidad y encontrando crueldad.”
La sabia mujer miró hacia abajo al bebe en sus manos y pronuncio la simple verdad que perseguirá al niño por el resto de su existencia. “Que los dioses tengan piedad de vos, pequeñito. Nadie más lo hará.”

Styxx:
El Rey Xerxes miró hacia abajo al bebé quien dormía pacíficamente en sus brazos. ¿Cómo podría su alegría haberse vuelto tan amarga tan rápidamente? Por un momento, él se había creído ser el rey más bendecido. Que los dioses le habían garantizado dos hijos para gobernar su vasto imperio.
Ahora…
¿El tenía siquiera uno?
No había duda de que el primer nacido, Acheron, era de los dioses. Que su esposa-reina había fornicado con ellos y había quedado embarazada.
Pero Styxx…
El rey estudió cada centímetro de su perfecto niño quien dormía acurrucado contra su cuerpo. “¿Vos sos mío?” Él estaba desesperado por conocer la verdad.
El infante parecía ser un mero bebe humano. A diferencia de Acheron, cuyos ojos tenían un vívido color plata, los de Styxx eran de un vívido azul y perfecto. Pero los dioses eran traicioneros.
Siempre engañosos.
¿Podría ser que Acheron era su hijo y Styxx no lo era? O ¿que ninguno de los dos niños le pertenecieran a él?
Él miro a la vieja mujer sabia quien había proclamado a Acheron como hijo de un dios después de su nacimiento. Decrépita y bruja, ella usaba batas blancas que estaban ricamente bordadas en oro. Su pelo gris estaba envuelto alrededor de una corona de oro.
-“¿Quién es el padre de este niño?
” La mujer hizo una pausa en su limpieza. “Majestad, ¿porque me pregunta cosas que ya sabe?”
Porque él no lo sabía. No estaba seguro. Y odiaba el sabor del miedo que subía por su garganta y le dejaba un sabor amargo. Miedo que hace agitar su corazón. “¡Contéstame, mujer!”
-“verdad o mentira, ¿creerás cualquier tipo de respuesta que yo te dé?”
Maldita por su sagacidad. ¿Cómo podrían los dioses haberle hecho esto a él? El se hubiera sacrificado y orado por ellos su vida entera. Devotamente y sin blasfemia. ¿Por qué ellos mancharon a su heredero de esta forma?
O peor, ¿tomado a su heredero para ellos?
Él forzó su agarre, causado por el bebe que se despertó y comenzó a llorar. A parte, buscó tirar al niño contra el suelo y verlo morir. O pisarlo hasta mandarlo al olvido.
Pero ¿que si éste era su hijo? Su propia carne y sangre…
La mujer sabia había dicho que esto era así.
Sin embargo, ¿ella meramente transmitió lo que los dioses le dijeron, y que si ellos mintieron?
Enojado y traicionado, el rey fue hacia la mujer y empujó al bebe sobre sus brazos. Dejándolo al consuelo de alguien más por ahora. El no podía soportar la vista de cualquiera de sus hijos.
Sin otra palabra, el rey abandono el cuarto.
En el momento en que ella se quedo sola con el bebe, la vieja bruja se transformo en una hermosa y joven mujer con pelo negro y largo. Vestida en rojo sangre, ella beso la cabeza del niño e instantáneamente este se calmó.
-“Pobre, pobre Styxx,” la diosa Athenea suspiró mientras lo mecía en sus brazos para calmarlo. “Como tu hermano, ustedes tendrán un desagradable futuro. Perdón no puedo hacer más por ninguno de ustedes. Pero la humanidad necesita sus héroes. Y un día, ellos los necesitaran a ustedes.”

Gracias a Daniela Orozco por el extracto :)

1 Cazadores:

Natalia Trujillo dijo...

DIOS! Quiero ese libro yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!