Hay dos lados de cada guerra

Hace poco, Sherrilyn compartio en su facebook, un fragmento del libro de Achero, pero ahora desde el punto de vista de Styxx. Y gracias a SKS, les traigo la traducción.
ACHERON
—¿Por qué me odian tanto, Ryssa?
Hice una pausa en mi telar para alzar la vista ante el tímido acercamiento de Acheron. A la edad de siete años, él era un muchacho increíblemente hermoso. Su pelo de oro brillaba en el cuarto como si hubiera sido tocado por los dioses que parecían haberlo abandonado.
—Nadie te odia, akribos.
Pero en mi corazón yo sabía la verdad.
Y él también.
Se me acercó más y vi la roja y colérica huella de una mano en su rostro. No había lágrimas en sus arremolinantes ojos de plata. Había crecido tan acostumbrado a ser golpeado que ya no parecía molestarlo.
Al menos, en ninguna otra parte, que en su corazón.
—¿Qué sucedió? — pregunté.
Apartó la mirada.
Dejé mi telar y atravesé la corta distancia hasta su lado. Me arrodillé frente a él y suavemente le quité el pelo rubio de su mejilla inflamada.
—Cuéntamelo.
—Ella abrazó a Styxx.
Yo sabía sin preguntar quién era ella. Él había estado con nuestra madre. Yo nunca había entendido como ella podía amarnos tanto a Styxx y a mí y, aún así, ser tan cruel con Acheron.
—¿Y?
—Yo también quería un abrazo.
Entonces lo vi. Las delatoras señales de un muchacho que no quería nada más que el amor de su madre. El superficial temblor de sus labios, el leve lagrimeo de sus ojos.
—¿Por qué me parezco tanto a Styxx y aún así soy anormal, mientras que él no lo es? No entiendo por qué soy un monstruo. No me siento como uno.
No podía explicárselo, ya que yo, a diferencia de los demás, nunca había visto la diferencia. Cómo lamentaba que Acheron no conociera a madre como yo lo hacía.
Pero todos ellos lo llamaban monstruo.
Yo sólo veía a un chiquillo. Un pequeño niño que no quería nada más que ser aceptado por una familia que quería desposeerlo. ¿Por qué no podían mis padres mirarlo y ver el alma amable y suave que él era? Tranquilo y respetuoso, procuraba no dañar jamás a alguien o algo. Jugábamos juntos y nos reíamos. Sobre todo, lo sostenía mientras él lloraba.
Tomé su pequeña mano en la mía. Una mano suave. La mano de un niño. No había malicia en ella. Ningún crimen.
Acheron siempre fue un niño sensible. Mientras que Styxx procuraba lloriquear y quejarse sobre cada mínima cosa, cogía mis juguetes y aquellos de cualquier otro niño cerca de él, Acheron sólo había procurado hacer la paz. Consolar a aquellos a su alrededor.
Él parecía más mayor que un niño de siete años. Había momentos en que parecía incluso más mayor que yo.
Sus ojos eran extraños. Su arremolinado color plateado, traicionaba el derecho de nacimiento que lo vinculaba a los dioses. Pero con toda seguridad esto debería hacerlo especial no horrendo.
Le ofrecí una sonrisa que esperaba aliviara un poco su dolor.
—Un día, Acheron, el mundo sabrá exactamente el niño tan especial que eres. Llegará el día en que nadie te temerá. Ya lo verás.
Me moví para abrazarlo, pero él se retiró. Estaba acostumbrado a que la gente le hiciera daño y aunque él supiera que yo no lo haría, todavía estaba poco dispuesto a aceptar mi consuelo.
Cuando me puse de pie, se abrió la puerta a mi sala de estar. Un gran número de guardias entró en ella.
Asustada ante la visión, retrocedí sin saber lo que querían. Acheron aferró sus pequeños puños a la falda de mi vestido azul mientras se acurrucaba detrás de mi pierna derecha.
Mi padre y mi tío caminaron por entre los hombres hasta que se plantaron ante mí. Los dos eran prácticamente idénticos en aspecto físico. Tenían los mismos ojos azules, el mismo pelo rubio ondulado y la piel blanca. Aunque mi tío era tres años más joven que mi padre, uno nunca lo adivinaría al mirarlos. Podrían pasar fácilmente como gemelos.
—Te dije que estaría con ella — le dijo mi padre al tío Estes — Está corrompiéndola de nuevo.
—No te preocupes — dijo Estes — Me encargaré del asunto. Nunca más tendrás que preocuparte de él.
—¿Qué quieres decir? — pregunté, espantada por su tono terrible. ¿Acaso tenían la intención de matar a Acheron?
—No te importa — me contestó bruscamente mi padre. Nunca había oído un tono tan áspero viniendo de él antes. Hizo que se me helara la sangre.
Él agarró a Acheron y lo empujó hacia mi tío.
Acheron parecía aterrado. Alargó su mano hacia mí, pero mi tío lo cogió bruscamente por el brazo y lo apartó de un tirón.
—¡Ryssa! — me llamó Acheron.
—¡No! — grité, tratando de ayudarle.
Mi padre me retiró y sujetó.
— Él va a un lugar mejor.
—¿A dónde?
—A la Atlántida.
Vi con horror como se llevaban a Acheron gritando por que yo lo salvara.
La Atlántida estaba a un largo camino de aquí. Demasiado lejos, y hasta hacía muy poco tiempo, habíamos estado en guerra con ellos. Yo sólo había oído cosas terribles sobre aquel lugar y sobre todos lo que allí vivían.
Alcé la vista a mi padre, sollozando:
— Estará asustado.
— Los de su clase nunca tienen miedo.
Los gritos de Acheron y las súplicas negaban aquellas palabras.
Mi padre podría ser un rey poderoso, pero estaba equivocado. Yo conocía el miedo dentro del corazón de Acheron.
Y conocía el miedo en el mío propio.
¿Volvería a ver a mi hermano algún día?

STYXX
Styxx apenas había acabado de vestirse unos minutos antes, cuando escuchó a Acheron y a Ryssa gritando. 

En nombre del Olimpo, ¿qué pasa?

Generalmente, él era el único que gritaba con Ryssa. No era como si
Acheron le reprochara algo a ella. 

Pero cuando Styxx dejó su habitación, se dio cuenta de que era algo mucho peor que una pelea entre hermanos.

Los soldados estaban arrastrando a su hermano escaleras abajo. Aterrorizado, Styxx corrió detrás de ellos. No los alcanzó hasta que salieron fuera. Intentó alcanzar a su hermano, pero su padre le detuvo mientras Estes se llevaba a
Acheron en brazos.

Styxx miró a su padre: 
- ¿Qué está pasando?-
 
- Estes le lleva a vivir a la Atlántida.
 
Eso fue un golpe más duro que el que aun escocía en su cara. ¿Qué? ¡No…! ¡No! -

Styxx trató de soltarse del agarre de su padre para alcanzar a su hermano que estaba peleando con Estes tan fuerte como podía.
 
- Es lo mejor. Es un peligro para todos nosotros, especialmente para ti.-

- ¿Cómo podían ser tan estúpidos? Su hermano era el único que nunca le haría daño intencionadamente. 

- ¡Acheron! ¡Por favor, padre! ¡No separes a mi hermano de mí! ¡Por favor!-

- ¡Styxx! - Acheron tendió sus manos hacia él, mientras Styxx hacía lo que podía para alcanzarle.

Nadie les escuchó. Ni sintió pena ni compasión por los niños.

Con el corazón roto, Styxx lucho contra la sujeción de su padre y vio cómo su tío y su hermano se alejaban de su vista. Y cuando se fueron, supo que Estes no solo se había llevado a su hermano de su lado.

Se lo había llevado todo…
 
Completamente desolado por la pérdida de la compañía de Acheron, Styxx empujó la puerta abierta de la habitación de Ryssa. Sus sollozos habían sido incesantes. Durante horas, la había escuchado las palabras que describían sus mismos sentimientos azotándole. Pero si el gritaba como ella lo hacía por Acheron, su padre le golpearía por ello.

La devastadora soledad era horrible. Era como si alguien le hubiera cortado un brazo y le golpease con el. 

Se sentía afligido y traicionado. Sin Acheron no tenía a nadie a quien acudir. Nadie con quien hablar. Nadie que le abrazara o que le asegurara que todo estaba bien cuando se hacía daño.

Estaba tan solo y tan completamente desesperado por que alguien le sostuviera.
 
- ¿Ryssa?
 
Se alejó de su niñera que la había estado abrazando intentando reconfortarla en su dolor. Respirando hondo y de forma irregular, le miró como si fuese su culpa que Acheron se hubiese marchado. 

-¿Qué quieres pequeña bestia?-
 
Styxx se mordió el labio indeciso. Su carácter era extremadamente volátil. ¿Pero ahora que tenía que perder? 

– Podría ser tu hermano pequeño, también… como Acheron-

Frunció los labios mientras más lagrimas se deslizaban por sus mejillas. 

-¿Tú? Tú eres la razón por la que han apartado a mi hermano de mi lado. Solo porque te pareces a el, no te hace ser lo que es él. Nunca podrás ser mi Acheron. Eres solo una pobre copia de segunda clase de él. Apártate de mi vista. Me enfermas - Gimiendo, enterró su cabeza contra el hombro de su niñera que la acariciaba tiernamente.

- Pero también puedo quererte hermana. Si me dejas -

Chillando saltó disparada de su niñera y le agarró del brazo con un doloroso pellizco. 

– No quiero tu amor, mocoso. No sabes nada de como amar a los demás. Solo a ti mismo - Le empujó hasta la puerta y se la cerró en la cara.

Los labios de Styxx temblaron mientras miraba fijamente la puerta con lágrimas en sus ojos.
 
– Podría aprender a amar si solo uno de ustedes me enseñara como - Susurró.
 
Pero ninguno de ellos deseaba amarle y lo sabía. La única persona que le había amado se había ido ahora. 
Arrancado de su lado.
 
No tengo a nadie. 

Y él odiaba estar solo. Los gemelos no han nacido para estar separados. Él era solo la mitad de un todo.
 
Hermanos por siempre y para siempre.
 
Ese había sido su pacto. 

Styxx se limpió las lágrimas de los ojos y se fue a la habitación de Acheron. Pero allí no había nada. Como su corazón y su alma, estaba vacía. La única pertenencia que quedaba en la habitación de Acheron era una gastada almohada.
 
Con lágrimas corriendo por sus mejillas, fue hacia la cama y agarró la almohada entre sus brazos y se fue a su habitación. Apretó su puño con su boca para reprimir sus sollozos mientras colocaba la almohada de Acheron en el suelo cerca de la pared. Se tumbó en ella y presionó la columna y los pies contra la pared intentando simular que era su hermano quien estaba detrás. Pero la pared estaba muy fría y aunque la almohada olía a Acheron no era lo mismo.
 
No podía sujetarle las manos o decirle reconfortantes palabras. Era solo una almohada.
 
Su hermano se había ido de su mundo. La pena y la agonía eran tan fuertes que no podía soportarlo. Se sentía como si alguien rebuscara en su pecho y le arrancase el corazón.
 
- ¿Qué voy a hacer?-
 
Styxx miró a sus caballos de madera y vio el que antes le trajo Estes ese día. La rabia nubló su visión. ¿Cómo se atrevía Estes a darle eso y después coger a Acheron? ¿Pensaba que un estúpido caballo podría reemplazar el amor de su hermano? ¿De verdad?
 
Incapaz de entenderlo, corrió hacia el baúl e hizo añicos los caballos. Los lanzó contra el suelo hasta que no quedó nada. No quería verlos nunca mas. ¡Nunca!
 
Cuando llegó al último de ellos, se paró. Era el caballo que Ryssa le había dado a Acheron por su cumpleaños dos años atrás.
 
- ¿Lo guardarás por mi? Lloraría si lo perdiese.
 
Atrayéndolo hacia si, lo acunó entre sus brazos. 

– No permitiré que le dañe nada. Acheron. Estará aquí hasta que regreses te lo prometo -
 
No importa donde vivieran o lo apartados que estuviesen. Aun eran hermanos.
 
Por siempre y para siempre.

1 Cazadores:

Natalia Trujillo dijo...

OMG!!!
No habia leído esto. En verdad me dejó O.o
Otra cosa, esto me recuerda tanto a la relación Zarek-Val. Habrá que ver que resulta de todo esto...